«Imagino que Jean Giono habrá plantado no pocos árboles a lo largo de su vida. Sólo quien ha cavado la tierra para acomodar una raíz o la promesa de ésta podría haber escrito la singularísima narración que es El hombre que plantaba árboles, una indiscutible proeza en el arte de contar.
[...] Y ésa es la conclusión: estamos esperando a Elzéard Bouffier, antes de que sea demasiado tarde para el mundo.»
Jean Giono
Este libro es tan sencillo y al mismo tiempo, tan completo y maravilloso que he tenido que leerlo dos veces para tener claro el mensaje que Jean Giono quería dejar.
La primera vez que lo leí, ni siquiera pude poner mis habituales post-its para marcar los fragmentos que me gustaban, ya que todos los párrafos me parecían dignos de citar, o por otro lado, sorpresas que uno mismo debía descubrir.
«Para los árboles.»
En El hombre que plantaba árboles el narrador nos cuenta como cruzó La Provenza, que por entonces era una zona seca, casi desértica. Era ya su tercer día de camino, y, cuando estaba a punto de dejarse vencer por la desesperación, encontró a un pastor que le ofreció comida y un lugar donde pasar la noche. Su nombre era Elzéard Bouffier, que como bien dice José Saramago en el prólogo, es la persona a la que el mundo entero está esperando. Se dedica a plantar árboles. No espera ninguna recompensa ni reconocimiento, simplemente lo hace, sin dudar, por el bien de todos.
«Para hacerse una idea más o menos
exacta de lo excepcional de su carácter,
es preciso recordar que trabajaba en una
soledad absoluta; tan absoluta que, hacia
el final de su vida, perdió la costumbre de
hablar. ¿O acaso no le parecía necesario?»
Además, me ha sorprendido mucho la humanidad de los personajes, es decir, el realismo de su actitud. Por ejemplo, en un principio el narrador no le da gran importancia a la labor de Elzéard Bouffier. Es al volver años después cuando ve cómo un gesto tan simple puede provocar un cambio tan grande. Creo que es algo que todos hemos hecho alguna vez: no nos damos cuenta de lo que puede suponer algo hasta que ya ha sucedido.
En este caso, no solo se ha formado un gran bosque donde antes solo había tierra, sino que se ha producido una reacción en cadena que ha hecho que los pájaros habiten las copas de los árboles y que las flores encuentren el modo de crecer y formar prados. "La vida llama a la vida" fue el modo de describir esta situación de mi profesora de francés, que fue la que me recomendó el libro.
«Pronunciaron muchas palabras inútiles.
Decidieron hacer algo y, afortunadamente,
no hicieron nada, [...]»
Este libro me ha parecido simplemente genial, sobre todo por como el autor consigue expresar un gran mensaje en muy pocas palabras. Cada vez que leía un fragmento hacía una pausa, reflexionaba y después lo volvía a leer, hasta que creía haberlo asimilado todo.
La bondad, la constancia y la generosidad con la que actúa Elzéard Bouffier es todo un ejemplo a seguir. La idea de que consiga transformar un lugar triste y seco en uno lleno de vida es realmente inspiradora.
Para terminar, solo me queda recomendarlo. Es una historia que te marca, que te hace pensar en todo lo que podrías hacer para que el mundo fuera un lugar mejor. Es un libro que he leído en pocas horas pero que recordaré siempre.