viernes, 20 de junio de 2014

RESEÑA: Otelo

Por Lola.





Si dijéramos que Otelo es la pasión, Yago la intriga, la envidia, y Desdémona la inocencia, el amor sencillo, diríamos verdad, pero omitiríamos lo que Shakespeare quiso transmitirnos: toda una filosofía del bien, del amor y del odio.
Otelo es una terrible y estremecedora figura, cara y cruz de la vida. Es la noche en el color de su piel, como Desdémona es el día en su blancura. ¡Qué fácil para las sombras los celos de la luz!
Al lado de Otelo existe Yago, que es el mal, otra forma de sombra, noche del alma, oscuridad, mentira... Yago es para Otelo la venda que ciega los ojos del enamorado y le conduce a la desesperación y al crimen...





                                  William Shakespeare






De todas las obras que Shakespeare escribió a lo largo de su vida, Otelo es considerada la tragedia de los celos. Toda la trama en la que se ven envueltos los personajes es creada y conducida por la envidia y la inseguridad.



«¡Por dios señor! Sois de aquellos que no servirían 
a Dios si se lo ordenara el Diablo.»

Todo empieza con el odio de Yago hacia el general Otelo por haber asignado a Casio el puesto de lugarteniente en vez de a él. Por otra parte, Otelo se ha casado en secreto con Desdémona, y Yago se aprovechará de la inseguridad del moro para hacerle creer que su esposa le está siendo infiel con Casio. De este modo se ganará la confianza del general y se deshará del actual lugarteniente.



«Cuando ya no hay remedio, desaparece el
dolor que se alimentaba de la esperanza de
vencerlo. Si es imposible salvar lo que la
fortuna nos arrebata, la paciencia nos
enseña a reírnos de la herida. El hombre
robado que sonríe en su desgracia roba
algo al ladrón, pero se roba a sí mismo si
se deshace en lágrimas inútiles.»

Más que la intriga de la trama, lo más importante de esta obra son las actitudes que encarnan los personajes, que suelen estar dirigidas por sentimientos como la ambición, la inseguridad, los celos y el odio. Es increíble como a partir de la envidia de Yago, entre todos los personajes se crea una red de mentiras que les acabarán costando caras. Pero todas estas emociones no aparecen hasta bien avanzada la historia, ya que, en los primeros actos, Otelo ama a Desdémona casi exageradamente. Sin embargo, o el moro no la quería tanto como para confiar en ella o Shakespeare quiere transmitirnos que la envidia puede hasta con el amor más sincero.

«La bellaquería nunca muestra su rostro
hasta que ha obrado.»


En Otelo también está presente el racismo. Aunque el autor muestra a Otelo como un hombre leal, con muchas virtudes, apreciado por sus compañeros y valorado por sus méritos y no por su raza, nunca es realmente aceptado en la sociedad. Cuando Brabancio, el padre de Desdémona, se entera de que su hija se ha casado con él, le acusa de haber usado un conjuro para seducirla y contrasta la gran diferencia que hay entre la bella Desdémona y el basto moro. Yago también usa este último argumento para alimentar la inseguridad de Otelo y darle más razones para creer que su esposa le está engañando.



«Ya mi veneno empieza a hacer efecto en
el moro: las ideas peligrosas son en sí como
venenos, que al principio apenas saben amar-
gos pero que, una vez empiezan a actu-
ar sobre la sangre, arden como las minas de
azufre.»


Mi personaje favorito del libro es, sin duda, Emilia, la mujer de Yago. Durante gran parte de la obra aparece en segundo plano, ignorante de todo lo que sucede a su alrededor. Pero, finalmente, resulta ser la única que consigue aislarse de la envidia y del odio. Aún estando amenazada por la espada que empuña su marido reúne el valor para contar la verdad, aunque ya fuera demasiado tarde...





«No sois capaces de hacerme ni la
mitad del daño que soy capaz de
sufrir.»

Otelo me ha encantado. Es una obra llena de significado y simbolismos y, si eliminamos la parte sexista y racista, nos encontramos con un mensaje que deberíamos tener siempre presente: el no dejarnos engañar por el poder destructivo de los celos.

«OTELO.- Pensad en vuestros pecados.
                                                                 DESDÉMONA.- Mi único pecado es  amaros tanto.
                                                                 OTELO.- Tu amor ha de matarte.
                                                                 DESDÉMONA.- Es contra toda naturaleza matar por amor.»


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