Por Lola.
1:00 p.m. Lista para despegar. Mi hermana, mi madre y yo nos apelotonamos en la ventanilla para ver como el avión sube y sube, sube hasta que sobrepasamos las nubes. A nuestros pies, el mar, que se extiende liso con tan solo algún tropezón de tierra. Como banda sonora, la euforia de Mireia, que ríe y canta ilusionada por el viaje. Unos minutos más y ambas quedamos sumergidas en nuestras respectivas lecturas.
1:00 p.m. Lista para despegar. Mi hermana, mi madre y yo nos apelotonamos en la ventanilla para ver como el avión sube y sube, sube hasta que sobrepasamos las nubes. A nuestros pies, el mar, que se extiende liso con tan solo algún tropezón de tierra. Como banda sonora, la euforia de Mireia, que ríe y canta ilusionada por el viaje. Unos minutos más y ambas quedamos sumergidas en nuestras respectivas lecturas.
2:40 p.m. Bolonia nos da la bienvenida con 40° de temperatura. Está bien, no importa. A las cuatro salimos del aeropuerto en nuestro coche de alquiler en dirección a Verona, la ciudad de Romeo y Julieta. Pero antes hacemos una parada en Mantova, una manera genial de empezar.
Ya la entrada nos deja boquiabiertos: el lago a ambos lados de la carretera, el castillo de frente y la cúpula de la catedral al fondo. Una imagen simplemente bella y grandiosa, de aquellas que hacen que se te corte la respiración por un segundo. Con esto resumo también la visita al casco antiguo. La ciudad era una contínua sorpresa. Plazas, calles, edificios... Todo estaba impregnado de un ambiente mágico.
Terminamos el día cenando una pasta deliciosa en un restaurante cercano a la plaza principal. Después nos subimos de nuevo al coche y continuamos nuestro camino.
Terminamos el día cenando una pasta deliciosa en un restaurante cercano a la plaza principal. Después nos subimos de nuevo al coche y continuamos nuestro camino.
Y ahora aquí estoy, retumbada en la cama, a 10 minutos del centro de Verona, preparándome para el día que me espera mañana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario